Inés Elvira Cuellar fue más que un legado para La Casa. Q.E.P.D.

– Despedir a Inés Elvira es uno de los momentos más difíciles en los 75 años de nuestra historia. Fueron 48 años dedicados a la Casa de la Madre y el Niño. No solo era la colaboradora de mayor antigüedad sino nuestra mejor historiadora.

Se acordaba de todos los niños y niñas que pasaron por nuestros corredores con nombre y apellido, tenía una anécdota sobre cada uno, sabía hasta el año en que pasaron por esta Institución. Le hacía seguimiento, como una verdadero madre, a la vida de cada menor adoptado en La Casa. A través de la correspondencia les hacía un álbum, incluía comentarios y a cada historia siempre le puso el mismo nivel de cariño y dedicación. Hoy esos miles de libros con las fotos e historias de nuestros niños son la mejor fotocopia de su amor, entusiasmo y dedicación.

Su vida era su hija Verónica, sus nietos y La Casa de la Madre y el Niño. No había manera de convencerla para que se tomara unas vacaciones o una tarde libre. Su compromiso, discreción, lealtad, constancia, sinceridad y nivel de detalle son apenas algunas de las múltiples virtudes que generosamente sembró hasta el último día en los corredores de nuestra Institución. Fue una mamá y abuela absolutamente dedicada, nada que le diera más alegría que pasar tiempo con su hija Verónica y sus nietos, hablar con ellos por teléfono, recibir fotos y compartir las anécdotas de Lucas y Matías. Su cara se transformaba cuando hablaba de esos nietos que la llenaron de absoluta felicidad. Su mayor orgullo siempre fue Verónica como hija, madre, esposa, miembro de familia y profesional, indudablemente fue su motor de vida.

Inés Elvira fue más que un legado para La Casa de la Madre y el Niño y deja un vacío grande no solo a la Institución sino a tantas personas que la admiraban y la apreciaban infinitamente. Su espíritu emprendedor empezó con  el gran afecto que nuestra fundadora María López siempre le tuvo, era la persona de total confianza  y mano derecha de Bárbara, nuestra directora, que siempre la quiso como a una hermana. Tuvo una amistad y cercanía única con Marta de Greiff, la admiración total de María Cristina de la Torre dos de nuestras principales colaboradoras durante décadas. Se ganaba el cariño y el respeto de cada uno de los empleados, voluntarios, familias adoptivas y allegados a La Casa porque además de que su trabajo era impecable, Inés Elvira hasta en los momentos más críticos siempre mantuvo la calma y la claridad.

La tristeza y la melancolía de despedir a Inés Elvira no es una tarea fácil. Sin embargo, conociendo su carácter e ímpetu lo que más desearía en este momento es que honremos su vida con sus recuerdos, sonrisas, anécdotas y que cada hito que sigamos celebrando se lo dediquemos con el mismo entusiasmo, tenacidad y perseverancia con que ella acogió cada uno de los retos y dificultades que se le presentaron durante su vida.

A Verónica, a su marido Alvaro, sus nietos Lucas y Matías, su hermana Mónica, su familia, amigos y allegados les transmitimos nuestro más sentido pésame. Inés Elvira siempre estará presente en nuestros corazones y seguiremos celebrando su vida todos los días porque nos dejó muchas enseñanzas, recuerdos y momentos inolvidables que nos marcarán para siempre.

Querida Inés Elvira te queremos mucho y te vamos a extrañar mucho.

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